«Estoy totalmente satisfecho con la reunión que tuve con el capitán Traoré. Nos marchamos (del país) confiados», dijo el mediador de la CEDEAO y ex presidente de Níger, Mahamadou Issoufou, en declaraciones recogidas a última hora de este martes por los medios locales.
«He recordado (a Traoré) el compromiso de la CEDEAO y el pueblo de Burkina Faso para que la transición (al retorno del orden constitucional) que está en marcha tenga éxito», añadió.
Asimismo, Issoufou celebró el «papel sumamente positivo» que han tenido las autoridades religiosas y locales para «conseguir una salida de la crisis y renovar el hilo del diálogo».
La reunión de Issoufou con Traoré se produjo después de que centenares de manifestantes se manifestasen en la capital burkinesa contra la presencia de la CEDEAO, llegando a bloquear con barricadas algunas carreteras de la ciudad.
Traoré, por su parte, lamentó las manifestaciones y pidió a los ciudadanos que no perturben la llegada de los negociadores de la CEDEAO.
Los manifestantes llevaban las banderas de Burkina Faso y de Rusia, y en sus pancartas podían leerse mensajes como: «Abajo la CEDEAO y Francia (exmetrópoli de Burkina Faso)» o «¡Viva Rusia, no a la CEDEAO, abajo Francia!».
Francia apoya a Burkina Faso en la lucha contra el terrorismo yihadista, pero los golpistas han dejado entrever su interés en nuevos socios para combatir esa lacra.
Si bien la nueva junta militar aún no ha señalado cuáles serán sus próximos socios en la lucha antiterrorista, mercenarios rusos han remplazado a las tropas francesas en el vecino Mali, que también combate contra grupos islamistas.
Burkina Faso vivió el 30 de septiembre su segundo golpe de Estado en lo que va del año, después del dirigido el pasado 24 de enero por el ya expresidente de la transición, teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba.
Entre las condiciones para dimitir que puso Damiba se encontraba el «cumplimiento de los compromisos adquiridos» con la CEDEAO, que prevé el retorno del orden constitucional a más tardar el 1 de julio de 2024.
La toma del poder por los militares tuvo lugar en ambas ocasiones tras el descontento entre la población y el Ejército por los ataques yihadistas que soporta el país desde abril de 2015, realizados por grupos ligados tanto a Al Qaeda como al Estado Islámico y que han desplazado a casi dos millones de personas.
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