«El pueblo keniano es un pueblo pacífico. El desafío aquí es que la Comisión Electoral garantice que el proceso electoral es libre e imparcial», afirmó Odinga, principal líder de la oposición, en un acto organizado en Nairobi por la Asociación Internacional de Prensa de África Oriental (IPAEA, en sus siglas en inglés).
«Si la gente ve que el proceso es libre e imparcial (…), no debería haber un temor a que estalle la violencia. Estoy seguro de que la gente aceptará los resultados», subrayó el candidato de la coalición «Azimio la Umoja» («Búsqueda de la Unidad», en suajili).
El ex primer ministro, de 77 años, recordó que en las elecciones de 2017, que perdió ante el actual presidente saliente de Kenia, Uhuru Kenyatta, «el proceso no fue imparcial».
Odinga impugnó entonces el resultado ante el Tribunal Supremo, que emitió un histórico veredicto anulando unos comicios que tuvieron que repetirse, si bien el líder opositor boicoteó esa segunda votación.
«Si vemos las elecciones libres e imparciales, aceptaremos el resultado (…). Pedimos a nuestros competidores que hagan lo mismo», zanjó el aspirante, que encabeza los sondeos de intención de voto ante a su gran rival, el vicepresidente saliente, William Ruto.
Se trata de la quinta ocasión en que Odinga -hijo del primer vicepresidente de Kenia, Jaramogi Oginga Odinga, e ingeniero de formación- presenta su candidatura en unas elecciones presidenciales desde 1997.
En 2007, 2013 y 2017 rechazó sus derrotas electorales y aseguró en público que los resultados oficiales eran falsos, lo que llevó a miles de ciudadanos a protestar en las calles.
Los comicios de 2007 estuvieron especialmente marcados por la violencia postelectoral, que causó al menos 1.300 muertos y más de 600.000 desplazados, una crisis que se solventó con un Gobierno de unidad nacional (2008-2013) en el que Odinga se desempeñó como primer ministro y el ya fallecido Mwai Kibaki como presidente.
La tensión política de 2017 entre Odinga y Kenyatta, por su parte, disminuyó en marzo de 2018, cuando ambos anunciaron un acuerdo para resolver sus diferencias y el jefe opositor empezó a cooperar con el Gobierno, desempeñando incluso funciones en asuntos internacionales.
Ese punto de inflexión pareció ser el inicio de la enemistad entre Kenyatta, que cumple su segundo y último mandato, y Ruto, hasta el punto de que el presidente está haciendo campaña a favor de Odinga.
En el acto de la IPAEA, el candidato presidencial también habló de la corrupción, uno de los grandes males del país, que definió como «un cáncer de la sociedad», y aseguró que no habrá «vacas sagradas» intocables en esa lucha si alcanza la Presidencia.
La exministra Martha Karua, su compañera de candidatura y primera mujer que opta a la Vicepresidencia del país por un gran partido, subrayó en el mismo evento que «el primer paso para atajar la corrupción es acompañar las palabras con acciones», por lo que instó a los tribunales a tramitar los casos corruptos «rápidamente».
En el terreno de la política exterior, Odinga dio pocos detalles sobre sus planes. «Tenemos una buena relación con China, al igual que con el resto del mundo, Estados Unidos, Europa, etc. Vamos a comerciar y tratar con todos los países», se limitó a comentar.
Kenia es identificada a menudo por la comunidad internacional como una potencia estabilizadora de la convulsa región del Cuerno de África y un socio leal de Occidente.
Kenia es, además la sexta potencia económica de África y una de las economías de más rápido desarrollo del continente.