El lanzamiento se produjo en el Puerto Espacial Europeo de Kurú, en la Guayana Francesa, a las 13.13 GMT, dos horas más tarde del horario previsto debido a dos retrasos por problemas técnicos que finalmente fueron solventados.
Y el resultado fue exitoso, tal y como celebraron desde el Centro de Observación Terrestre (ESRIN) de la ESA en Frascati, cerca de Roma, desde donde se siguieron con especial atención -y emoción- las operaciones al tratarse de un mecanismo mayoritariamente italiano.
«Lo hemos logrado todos juntos», celebró el director de Transporte Espacial de la ESA, Daniel Neuenschwander, rodeado de decenas de técnicos.
¿QUÉ ES VEGA-C?
Vega-C es un lanzador de un solo cuerpo de 35 metros de altura, evolución del Vega, usado desde 2012, capaz de colocar en órbita instrumentos de hasta 2.200 kilogramos.
Una de las mejoras que ofrece es una mayor capacidad de carga, casi el doble de los 1.450 kilos de su «hermana pequeña», lo que en la práctica se traduce en que, de este modo, Europa podrá enviar más satélites y otros instrumentos al espacio al mismo tiempo.
«Es como si tienes un furgón que carga dos toneladas y otro igual que puede con tres», explicó a Efe el responsable del Programa de Vuelos de la agencia europea, Stefano Bianchi.
Pero sobre todo el cohete, con participación de España, ofrecerá una mayor versatilidad porque con su sistema de motores, capaces de activar hasta cinco propulsiones durante su vuelo, permitirá liberar varios dispositivos en cinco niveles de órbita distintos.
A esto hay que añadir importantes mejoras técnicas respecto a Vega, como dos nuevas etapas de propulsión sólida, un nuevo carenado o revestimiento exterior y una etapa superior mejorada, el propulsor actualizado «AVUM+» (Attitude and Vernier Upper Module).
En este vuelo inaugural, Vega-C trasportó el satélite científico «Lares 2», que medirá el efecto «Frame-Dragging», distorsión del espacio/tiempo causada por la rotación de cuerpos celestes prevista por Albert Einstein en su Teoría General de la Relatividad.
Su «liberación» se produjo 1,25 horas después del despegue, a 5.900 kilómetros de la Tierra, un hito recibido con aplausos y abrazos entre los científicos europeos.
Por último, soltó seis «Cubesats» o nanosatélites realizados con distintos propósitos, científicos o tecnológicos, por universidades y centros de estudio de Italia, Francia y Eslovenia.
UNA CUESTIÓN DE INDEPENDENCIA ESPACIAL
La ESA considera «estratégico» el reforzamiento de su sistema de cohetes, tanto la veterana familia de los Ariane, con cinco versiones desde 1979 y una sexta en camino, como los Vega, ahora en su forma «C», de consolidación, y pronto en «E», de evolución.
Su importancia radica en que la demanda de servicios satelitales precisos, por parte del sector público o privado, es cada vez mayor, pero también por la necesidad de Europa de garantizar su pleno e independiente acceso al espacio.
Basta pensar que la ESA ha lanzado sistemas de la importancia de «Galileo», un proyecto de posicionamiento alternativo al GPS de Estados Unidos o al GLONASS ruso, o «Copernicus», que observa cada día la Tierra para ofrecer información medioambiental precisa.
Sus aplicaciones son infinitas y todas sensibles, yendo desde las científicas hasta las meteorológicas, de telecomunicación o incluso militares, y en muchas ocasiones acaban incluso en los bolsillos de los terrícolas a través de los omnipresentes teléfonos móviles.
Son por ende servicios esenciales que Europa no quiere dejar en manos de otros países, y menos en el contexto de crisis que rige en estos momentos tras la invasión rusa de Ucrania, que por ejemplo ha frenado los lanzamientos europeos con Soyuz desde la base de Kurú.
En definitiva, Vega-C y sus envíos al espacio reforzará el acceso independiente europeo a los cielos, evitando recurrir a otras potencias como Estados Unidos, Rusia o China.
«Europa se dota del primero de una nueva generación de cohetes con más capacidad y flexibles para responder mejor a las exigencias del mercado comercial e institucional de satélites, cada vez más desafiante a nivel internacional», concluyó el presidente de la Agencia Espacial italiana, Giorgio Saccoccia.