«Hay una realidad anterior al 24 de febrero (día en el que Rusia invadió Ucrania) y otra posterior. El mundo ha cambiado. Debemos comprender que el peso del orden democrático mundial recae ahora más que nunca sobre los hombros de Europa. Debemos ser capaces de soportarlo», dijo Metsola al abrir la última jornada de la conferencia «El Estado de la Unión», que reúne anualmente a políticos y expertos para hablar de los desafíos del continente.
Sostuvo que «Europa también está en las calles de Bucha, en los túneles de Mariúpol, en los sótanos de Irpin, en las costas de la Isla de la Serpiente» y que la gente «que está siendo maltratada busca» en los líderes de la UE «apoyo, esperanza, incluso supervivencia».
«Puede que Europa no sea perfecta -estamos lejos de serlo-, pero representamos un bastión de la democracia liberal, de las libertades personales, de la libertad de pensamiento, de la seguridad», argumentó.
Afirmó que «el grave error de (el presidente de Rusia, Vladímir) Putin fue asumir» que las diferencias europeas «eran una debilidad», pero «se equivocó».
«En democracias como la nuestra, estos son nuestros puntos fuertes. Son los cimientos de los próximos pasos. Son nuestra legitimidad y son nuestra brújula. Por eso Ucrania ganará. Por eso Europa estará preparada para la próxima generación», dijo.
Metsola también animó a los Veintisiete a seguir avanzando en «la construcción de una nueva Unión de Seguridad y Defensa», a desvincularse de su dependencia del petróleo y gas de Moscú, y a continuar con las sanciones; aunque esto tiene coste para los ciudadanos y las empresas europeas, que sufren el impacto del encarecimiento de los precios de la energía y de otros productos.
«Debemos ser honestos, podemos mitigar las consecuencias en la medida de lo posible, pero nuestro camino europeo tiene un coste. Vale la pena defenderlo y vale el precio que debemos pagar», consideró.
En su discurso, recordó al expresidente del Parlamento Europeo David Sassoli, fallecido en enero, y dijo que fue «un luchador por Europa» y su poder «para forjar un nuevo rumbo».
En este sentido, sostuvo que «Europa es el futuro», aunque reconoció que «en los últimos años ha aumentado la polarización» de las sociedades, que se sienten «perdidas, defraudadas y abandonadas», una situación ante la que los líderes europeos deben «ser capaces de responder» y de «contrarrestar la narrativa antieuropea que se impone con tanta facilidad y rapidez».
«El próximo lunes, en el Día de Europa, recibiremos las conclusiones de la Conferencia sobre el Futuro de Europa: el resultado de una consulta ciudadana paneuropea. A nosotros, los líderes europeos, nos corresponde escuchar y asumir las recomendaciones» en asuntos como «defensa, salud, clima, seguridad. Esta es una verdadera oportunidad para Europa, porque si no es ahora, ¿cuándo?», se preguntó.
«La Unión Europea nunca ha sido más fuerte» y nunca ha estado tan decidida a «defender los derechos fundamentales europeos de democracia, libertad, solidaridad e igualdad», concluyó.