En una entrevista con EFE en Madrid, explica que ella nunca quiso ser corresponsal de guerra. “Pero la guerra llegó a mi país y hay muchas cosas que, como mujer y feminista, solo podía ver yo”, comenta para explicar cómo informaba de lo que sucedía en Siria.
“Los medios convencionales quieren escenas de batallas, y no se interesan por las dinámicas sociales, lo que sucede dentro de las casas, la marginalización de las mujeres, del colectivo LGTBQ… Hay historias que sin mí no habrían tenido voz”, argumenta.
Erhaim, varias veces premiada, trabaja como experta en comunicación y género con organizaciones internacionales en la región de Oriente Medio y África del Norte.
Sus inicios en el periodismo, dentro de una pequeña comunidad conservadora, no fueron fáciles: “En una comunidad como en la que yo me crié, la idea de que una mujer fuera periodista era escandalosa, mi familia así lo pensó”, recuerda.
“Tuve que luchar mucho para poder estudiar”, resalta Erhaim, que tuvo que terminar sus estudios en Londres. “La educación en periodismo en Oriente Medio no es realmente periodismo. Me enseñaron cómo ser una propagandista, no una periodista, pero tuve suerte escapando de eso”.
La periodista, también reconocida activista en favor de los derechos de la mujer, relata lo difícil y tóxico que es el espacio público en su región.
“Es muy sexista, si una mujer escribe un artículo, no se van a juzgar sus ideas; lo primero que se atacará es su nombre, su cuerpo, su aspecto…”, denuncia.
PERIODISMO “PATRIARCAL”
Y “cuando hay que cubrir un conflicto, lo primero que se piensa es en enviar a hombres, porque se cree que su cobertura será mejor. Este sesgo viene en algunas ocasiones por el sentimiento patriarcal de protección a la mujer y, a veces, viene por infravalorar el trabajo de ellas”, considera la periodista.
Erhaim también critica las excesivas dificultades y obstáculos a los que se enfrentan las mujeres al cubrir un conflicto, pues “los hombres tienen muchas facilidades logísticas y ventajas que las mujeres no tienen”.
“Cuando yo tenía que trabajar a través de Siria la logística me quitaba la mitad del tiempo, mientras que la mayoría de periodistas hombres no necesitaban nada”, subraya.
La situación para las mujeres periodistas, aunque ha evolucionado, sigue siendo critica, prosigue. “Muchas periodistas que están activas siguen sin revelar sus verdaderos nombres o imágenes en redes sociales porque están muy asustadas de las campañas sistemáticas de acoso por ser mujeres”.
Incide en que muchas mujeres de la zona “ni siquiera tienen pasaporte, y necesitan la firma de su marido o de su padre para poder viajar”. Porque la sociedad entiende que viajar “no entra dentro de las funciones de una mujer”.
La situación de ventaja de los hombres se da incluso en asuntos tan delicados como es el secuestro, ya que “el contexto es diferente”.
“Los hombres salen del secuestro como héroes, las mujeres salen con el estigma de haber sido abusadas sexualmente -lamenta-. Muchas de ellas se quitan la vida por no poder soportar cómo la sociedad las trata después de eso”.