El país ya infringió el calendario acordado el pasado mes de enero por el primer ministro somalí, Mohamed Hussein Roble, y los presidentes de los cinco estados federales, cuando no consiguió completar los comicios el pasado 25 de febrero.
Los mandatarios, miembros del Consejo Consultivo Nacional -que incluye también al alcalde de Mogadiscio y gobernador de la región de Benadir, donde se encuentra la capital- decidieron entonces posponer la fecha límite hasta este martes 15 de marzo.
Sin embargo, de los 275 escaños que componen la Cámara Baja, solo 232 han sido ya escogidos por los somalíes y 43 permanecen pendientes hasta la fecha.
De un total de 14 ciudades donde se celebran las votaciones, las que aún no han escogido a sus parlamentarios son Garbaharey (sur) -donde se han registrado fuertes disputas políticas- Jowhar (centro-sur), Beledweyne (centro) y Galkayo (centro-norte).
El Organismo Federal Electoral lamentó las interferencias políticas en el proceso electoral por parte de los líderes estatales y nacionales.
“Estábamos preparados para completar las elecciones a tiempo el 15 de marzo, pero a causa de los intereses políticos personales de los líderes políticos nacionales esperamos más retrasos hasta abril”, señaló a Efe un alto funcionario del organismo que quiso permanecer en el anonimato.
De momento, las autoridades no han hecho pública una nueva fecha límite.
Concluir las elecciones parlamentarias es un hito imprescindible para poder celebrar los comicios presidenciales, que se han postergado en varias ocasiones desde 2021 a pesar de que el mandato del presidente Mohamed Abdullahi Mohamed Farmaajo caducó ese año.
El jefe del Estado debe ser elegido por los 329 miembros del Parlamento somalí (54 legisladores en la Cámara Alta y 275 legisladores en la Cámara Baja), según las leyes somalíes.
Mientras que los parlamentarios de la Cámara Alta son escogidos por los gobiernos estatales, cerca de 30.000 representantes de los distintos clanes que existen en Somalia deben votar por los parlamentarios que ocuparán los escaños de la Cámara Baja.
El pasado 18 de febrero, la Embajada de los Estados Unidos en Somalia hizo un llamamiento para que las elecciones parlamentarias terminasen en el plazo acordado “de una forma creíble y transparente”, haciéndose eco de demandas similares hechas por la ONU, la Unión Africana y la Unión Europea, entre otros.
Asimismo, la Embajada estadounidense aseguró que su Gobierno pedirá rendición de cuentas “a quienes obstruyan o socaven el proceso”.
El aplazamiento sistemático de las elecciones supone una distracción respecto a problemas notables para el país, como la lucha contra el grupo yihadista Al Shabab, que controla áreas rurales del centro y sur y quiere instaurar un Estado islámico de corte wahabí (ultraconservador) en Somalia.
“Las divisiones políticas y los retrasos prolongados de las elecciones permitieron que las fuerzas insurgentes (de Al Shabab) consiguiesen algunos avances recientemente”, advirtió el pasado 15 de febrero el representante especial de la ONU para Somalia, James Swan, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Somalia vive en un estado de conflicto y caos desde que en 1991 fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barre, lo que dejó al país sin Gobierno efectivo y en manos de señores de la guerra y milicias islamistas, como Al Shabab.