Este porcentaje habrá subido hasta el 75 % de muertes en 2030 en caso de que el conflicto continúe, y el número de muertos habrá alcanzado los 1,3 millones; para esa fecha, además, el número de personas desnutridas habrá subido a 9,2 millones (frente a los 4,9 millones de hoy), y la extrema pobreza afectará ya al 65% de la población.
Pero el informe del PNUD trata de no ser demasiado pesimista, y calcula que si la guerra que comenzó en 2014 terminara hoy, el país podría acabar con la extrema pobreza en una generación, para el año 2047.
Este pronóstico, basado en todo un compendio de datos estadísticos, ha sido elaborado por el Centro Frederick S. Pardee para el porvenir internacional de la Universidad de Denver, y es el tercero que elaboran sobre los impactos de la guerra en Yemen.
En sustancia, señala que si se firmara la paz en enero de 2022 y comenzara un proceso de reconstrucción, Yemen podría salir del fondo de la tabla de la pobreza e incorporarse a los países de renta media para 2050 (con un crecimiento de 450.000 millones de dólares), y que ya en 2025 podría reducir a la mitad el porcentaje de población desnutrida.
Pero para lograr estas metas, no solo tiene que alcanzarse la paz, sino que la comunidad internacional y los donantes deben adoptar un proceso global de reconstrucción, transversal a todos los sectores y de carácter inclusivo, «que vaya más allá de las infraestructuras y tenga a las personas en el centro, con inversiones focalizadas en agricultura, empoderamiento femenino», entre otras cosas.