Este lunes, el mandatario brasileño no ha viajado hasta Glasgow para participar en la cumbre sobre el clima de la COP26 y ha permanecido en Italia, donde aterrizó el pasado viernes para participar entre el 30 y el 31 en el G20 de líderes en Roma.
Este lunes, festividad de Todos los Santos, ha acudido a Anguillara Veneta, una pequeña localidad de unos 4.000 habitantes y en la que vivieron sus ancestros, y desde la que su bisabuelo Vittorio Bolzonaro se fue con su familia a Brasil en 1888.
Su presencia en el municipio ha generado división, entre simpatizantes que le han recibido con banderas cariocas y al grito de “mito, mito”, y los detractores, que le han silbado y han mostrado su desagrado.
Varias asociaciones habían rechazado en los últimos días el reconocimiento honorífico por parte del consistorio de la ciudad, bastión de la ultraderechista Liga, e incluso una de las paredes del ayuntamiento apareció recientemente cubierta de estiércol como protesta.
Entre los que se oponen se encuentra la diócesis de Padua, que ha transmitido en una nota su “fuerte vergüenza” y ha subrayado que está al lado de los “hermanos y hermanas” que sufren en el país brasileño.
“La Iglesia de Padua, actuando como portavoz de un sentimiento generalizado y en virtud del vínculo que une a Brasil con nuestra tierra, aprovecha la visita a Anguillara Veneta del presidente Bolsonaro para pedirle que promueva políticas que respeten la justicia, la salud, el medio ambiente, y que apoyen a los pobres”, ha afirmado en la nota.
El presidente brasileño tiene en su programa un almuerzo en un edificio del siglo XVII situado a las afueras de la ciudad y al que está previsto que asistan unos 200 invitados, entre ellos varios descendientes de la familia Bolsonaro y otros concejales del municipio.
En la localidad se ha desplegado un fuerte dispositivo de seguridad para proteger al presidente en su recorrido y evitar tensiones y enfrentamientos, después de que ayer, domingo, algunos periodistas brasileños que cubrían el viaje a Roma de Bolsonaro fueran agredidos e intimidados por el personal de la seguridad del mandatario mientras intentaban hacer su trabajo por las calles de la capital.
Está previsto que mañana, 2 de noviembre, Bolsonaro participe en la localidad de Pistoia (centro de Italia) en una ceremonia ante un monumento erigido en memoria de los 500 brasileños que murieron en la Segunda Guerra Mundial y a la que también acudirá el líder de la Liga, Matteo Salvini.