“La COP26 debe estar encaminada a ser un éxito”, subraya la directora ejecutiva del PNUMA en una entrevista con Efe en Nairobi, donde se encuentra la sede de ese organismo fundado en 1972 y, desde entonces, portavoz del medioambiente en el sistema de la ONU.
A partir de hoy domingo y hasta el 12 de noviembre, los ojos del mundo mirarán a la ciudad de Glasgow (Reino Unido), que acoge la cumbre climática más importante desde la COP21 (2015), que adoptó el histórico Acuerdo de París, firmado por cerca de 200 países.
El objetivo central de ese pacto es reforzar la respuesta mundial a la crisis climática manteniendo el aumento de la temperatura global en este siglo por debajo de los 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar aún más ese incremento a 1,5 grados centígrados.
A fin de recortar las emisiones de gases de efecto invernadero, el acuerdo permite que cada país decida cómo alcanzar esa meta, las llamadas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, en sus siglas en inglés).
La necesidad de mantener vivo el umbral de los 1,5 grados se presenta como uno de los retos más acuciantes en el cónclave de Glasgow, aunque los NDC reportados a la COP26 “no son suficientes” para evitar una catástrofe climática, asevera Andersen.
“PROMESAS QUE NO VAN POR BUEN CAMINO”
“Son promesas que no van por buen camino”, señala la jefa del PNUMA, quien pide una “conversación honesta” sobre el calentamiento global -avalado por la ciencia “con mayor precisión cada año”- en la cita de Glasgow y una mayor “ambición” para avanzar en esa senda.
“Esto -prosigue- ya no es un problema científico, es un problema político y económico. Y los países tienen que intensificar (sus acciones) porque las demoras a corto plazo van a ser muy caras en términos de pobreza humana (…) y realidades existenciales planetarias. Necesitamos hacer que esto suceda con urgencia”.
El PNUMA ya alertó esta semana en un informe de que los compromisos de los países se quedan cortos para frenar la emisión de gases de efecto invernadero, por lo que el calentamiento de la Tierra podría aumentar hasta 2,7 grados centígrados este siglo.
“Esto no es un cuento de hadas”, asevera la economista danesa, al atribuir al G20 (grupo de veinte países desarrollados y emergentes) una “responsabilidad especial” por generar “el 78 % de todas las emisiones”.
La cumbres climáticas de la ONU han suscitado a menudo la ira de ecologistas como la activista sueca Greta Thunberg, que el pasado mes tildó de “bla, bla, bla” las eternas promesas de los líderes mundiales en esos foros.
A ese respecto, Andersen rechaza las “palabras vacías”, pero matiza que “el multilateralismo implica un grado de ‘bla, bla, bla’, si bien tiene que haber contenido y realidad en el ‘bla, bla, bla'”.
Otro asunto crucial en Glasgow será la financiación climática. En 2009, los países ricos prometieron en la COP15 (Copenhague) aportar 100.000 millones de dólares anuales hasta 2020 para ayudar a los países pobres a combatir la crisis del clima y construir economías más “verdes”, un compromiso incumplido para desazón de las naciones en desarrollo.
“Poner los 100.000 millones sobre la mesa es de interés para todos” y, además, supone “un imperativo absoluto para la justicia y la equidad climáticas”, remarca Anderson, al puntualizar que esa financiación se cifra hoy día en unos “80.000 millones” al año.
“Cuanto más esperemos -avisa-, más países recibirán el golpe de los impactos climáticos y van a necesitar invertir en defensas (…) contra los desastres del clima”.
EEUU Y CHINA, CLAVES EN LA COP26
La COP26 congregará a numerosos líderes internacionales, entre ellos el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien ha devuelto a su país al Acuerdo de París tras la retirada decretada por su antecesor en la Casa Blanca, Donald Trump.
Para la directora ejecutiva del PNUMA resulta “muy bueno ver el liderazgo de Estados Unidos”, primera economía mundial y mayor emisor histórico de gases de efecto invernadero, que “ha presentado un ambicioso conjunto de objetivos”, como el anuncio de una reducción del 50 por ciento de las emisiones para 2030.
“Vemos las promesas, nos gustan, pero ahora queremos ver la acción”, apostilla Andersen.
Quien no se dejará ver en persona en Glasgow es el principal rival geopolítico de Biden, Xi Jinping, presidente de China, actualmente el primer emisor de gases de efecto invernadero del mundo.
¿Una ausencia tan importante hace menos probable que la COP26 desemboque en un acuerdo climático significativo? “Ciertamente espero que no”, se apresura a responder la jefa del PNUMA.
“Soy consciente de que el presidente Xi Jinping no planea venir, pero también me consta que habrá una delegación china fuerte” en la urbe escocesa, añade la economista danesa, al valorar iniciativas del gigante asiático como su plan para lograr la neutralidad de carbono (que sus emisiones netas de CO2 sean cero) en 2060.
“Necesitamos ver eso intensificado”, agrega Inger Anderson, confiada en que la rivalidad de Estados Unidos y China no obstaculice la carrera contrarreloj para salvar la Tierra.
“Es muy importante -concluye- que estos dos países puedan dejar de lado las diferencias y luego puedan tener estas discusiones sobre lo que es la máxima prioridad del planeta”.