Arnoldo de Winkelried Bertoni -en su Vocabulario- advierte que el nombre común de esta especie, que es de origen guaraní, podría ser traducido como falsa maraca (instrumento musical semejante a un sonajero), descompuesto de la siguiente manera: Maraká [o Mbaraka]/maraca y Na/falso.
Félix de Azara en el manuscrito aclaró que, el indio que trajo esta ave como regalo para el Gobernador Melo de parte del administrador del Pueblo de San Joaquín, le dijo se llamaba Maracaná-mini, que quiere decir Maracaná chico; y en sus Apuntamientos consignó que ese nombre es el que le dan “por excelencia” a esta especie, pero que él le agregó “el apellido” -por la peladura del costado de la cabeza- para distinguirlo del Aratinga leucophthalma, a quien también llaman Maracaná.
Fue el único que vio y fue cogido en los bosques cercanos al pueblo de San Joaquín, donde -sospecha que- no es abundante. Apuntó además en el manuscrito que a este Maracaná no se lo halla al Sur; y, en sus Apuntamientos, que: “No abunda y vive en pequeñas sociedades en el Paraguay y hasta cerca del Río de la Plata”.
Nomenclatura
Sonnini de Manoncourt, en la nota respectiva, lo equiparó al Ara militaire de Buffon, o Psittacus militaris [Ara militaris] de Linneo, y señaló que Azara intentó probar a toda costa que su ave era el Ara vert de Buffon, para lo cual sostuvo que éste hizo mal al considerarlo una especie diferente del Perriche-ara y que, luego de desacreditar esas descripciones, que corresponden al Psittacus severus y al Psittacus makavouanna [Orthopsittaca manilatus] de Linneo, concluyó que ambas correspondían a su Maracaná afeitado.
Para llegar a esa conclusión Azara, a más de comparar sus apuntamientos con esas descripciones de Buffon, tuvo a la vista las estampas iluminadas 383 y 864 de Martinet (del L’Ara verd, du Brésil y de La Perruche-Ara, de Cayenne, respectivamente).
Finalmente Vieillot vino a aclarar la confusión y determinó que el Maracaná afeitado de Azara era una especie nueva para la ciencia. La identificó como L’Ara Maracana, Macrocercus maracana [Primolius maracana] (1816, Nouv. Dict. Hist. Nat., 2, p. 260), teniendo en cuenta que canta su nombre -semejante al sonido de la maraca- más fuerte que las demás aras, aunque Azara señaló lo contrario, pues dice: “Su voz no difiere mucho de la de los guacamayos; pero es menos fuerte, y alusiva al nombre que le dan”.
Costumbres
Solo supieron informarle a Azara sobre este Maracaná que se domesticaba “cuanto es posible”.
Con posterioridad, según se lee en su obra impresa, pudo observar que se posaba en árboles elevados y en matorrales bajos, aunque estén en parajes anegados; incluso vio algunos domesticados, muy “mansejones y amigos de que los soben y rasquen” -en lo que no le exceden ningún loro-, pero no los oyó hablar.
Nido. No hay referencia alguna.
Caracteres. No existen mayores diferencias entre ambas descripciones.