Las tribus esteparias domesticaron a los caballos antes de conquistar Eurasia

El hallazgo, realizado por un equipo multidisciplinar de 162 científicos dirigidos por el paleogenetista Ludovic Orlando, del CNRS francés, zanja uno de los debates más activos de la ciencia: quién y dónde domesticó a los caballos modernos y cómo acabaron sustituyendo a todos los tipos de caballos que había en esa época.

La investigación comenzó hace años, cuando el equipo de Orlando examinó el yacimiento de Botai, en Asia Central, que contenía algunas de las evidencias arqueológicas más antiguas de caballos domésticos pero las pruebas de ADN demostraron que esos caballos (de 5.500 años) no eran los ancestros de los actuales.

En consecuencia, las estepas de Asia Central quedaban descartadas como posible lugar de origen de la domesticación de los caballos, como antes ocurrió con Anatolia, Siberia y la Península Ibérica.

«Sabíamos que el periodo comprendido entre hace 4.000 y 6.000 años era crítico», pero la búsqueda en Botai no dio resultados, recuerda el profesor de investigación del CNRS Orlando.

El equipo científico decidió entonces ampliar el estudio a toda Eurasia. Analizó los genomas de 273 caballos que vivieron entre 50.000 y 200 años antes de Cristo y los comparó con los de los caballos domésticos modernos.

La estrategia reveló que aunque Eurasia estuvo poblada por poblaciones de caballos genéticamente distintas, entre el 2000 y el 2200 a.C. se produjo un cambio drástico.

«Los caballos que vivían en Anatolia, Europa, Asia Central y Siberia solían ser genéticamente muy distintos», explica Pablo Librado, primer autor del estudio, pero de pronto, un único perfil genético -hasta entonces confinado en las estepas pónticas (Cáucaso norte)-empezó a extenderse y a sustituir en pocos siglos a todas las poblaciones de caballos salvajes, desde el Atlántico hasta Mongolia.

Los datos genéticos también revelan una demografía explosiva en esa época, «sin parangón en los últimos 100.000 años», añade Orlando, «fue entonces cuando tomamos el control de la reproducción del animal y los produjimos en cantidades astronómicas».

Pero, ¿cómo se explica este rápido crecimiento de la población equina?.

Los científicos encontraron dos diferencias sorprendentes entre el genoma de este caballo y el de las poblaciones a las que sustituyó: una está relacionada con un comportamiento más dócil y la segunda indica una columna vertebral más fuerte, una característica que asegura el éxito de los animales en una época en la que los viajes a caballo se hacían «globales».

El estudio también revela que el caballo se extendió por Asia al mismo tiempo que los carros con ruedas y las lenguas indoiranias, que surgieron al este de los Montes Urales y se propagaron por Irán, Afganistán, India, Pakistán, Nepal, y Sri Lanka, entre otros lugares.

Sin embargo, las migraciones de las poblaciones indoeuropeas desde las estepas a Europa durante el tercer milenio a.C. no pudieron basarse en el caballo, ya que su domesticación y difusión fueron posteriores.

Para los autores, ese detalle demuestra la importancia de estudiar los animales en paralelo a las migraciones humanas y los encuentros entre culturas.

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