Una turba lincha en Kenia a un presunto asesino en serie de niños

Masten Wanjala, de 20 años, había logrado huir en misteriosas circunstancias de una comisaría en Nairobi el pasado día 13, cuando tenía que testificar ante un tribunal, y se hallaba desde entonces en paradero desconocido.

Wanjala consiguió viajar cientos de kilómetros hasta el pueblo de Mukhweya, en el condado de Bungoma (oeste), próximo a la frontera con Uganda, donde buscó refugio en casa de sus padres, si bien algunos lugareños le reconocieron.

«Llegó anoche a la casa de sus padres, pero los vecinos lo vieron. Después de sentir peligro, Wanjala optó por mudarse a una casa cercana», declaró hoy el comandante de la Policía de Bungoma, Musyoki Mutungi, citado por el diario «The Standard».

Sin embargo, el sospechoso fue expulsado de la casa donde había ido a ocultarse y linchado esta mañana.

«No estamos seguros de cómo se las arregló para viajar desde Nairobi hasta su casa rural. Fueron los aldeanos curiosos quienes primero lo identificaron y procedieron a matarlo incluso antes de que la policía pudiera ser informada», dijo el jefe policial.

Vídeos publicados en redes sociales muestran a una turba enardecida que saca a Wanjala de una vivienda y le golpea con palos y piedras.

Desde Nairobi, el Directorio de Investigaciones Criminales (DCI) subrayó que siempre estuvo dispuesto a «asegurar que el sospechoso compareciera ante la justicia en un tribunal por cada crimen que cometió».

«Sin embargo, prevaleció la ley de la jungla aplicada por aldeanos furiosos», subrayó el DCI en su cuenta de la red social Twitter.

«Nuestros pensamientos están con las familias de quienes perdieron a sus hijos inocentes en manos del sospechoso», agregó esa agencia policial.

Wanjala fue detenido el pasado 14 de julio en el condado de Kajiado (fronterizo con Nairobi) y, según la Policía, confesó haber acabado con la vida de al menos diez menores de entre 12 y 13 años desde 2016 en varios puntos del país.

El supuesto asesino se hacía pasar por un entrenador de fútbol para atraer a sus víctimas a áreas apartadas y, en algunos casos, las tomó como rehenes para pedir un rescate.

Tras su arresto en julio, Wanjala condujo a la policía a los lugares de enterramiento de sus víctimas, donde se han recuperado los cuerpos.

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