La actualización de octubre del Informe sobre Estabilidad Financiera Global del FMI, publicada este martes, apunta a que, por el momento, el contagio a otras inmobiliarias chinas se ha limitado a promotoras que ya se encontraban en una situación de debilidad financiera y cuya deuda ya tenía calificaciones bajas.
«Nuestra evaluación es que las autoridades chinas tienen potencia y espacio fiscal, así como medios legales e institucionales, para abordar el problema», apuntó en una rueda de prensa virtual el director del Departamento de Mercados Monetarios y de Capital del FMI, Tobias Adrian.
Aparte de Evergrande -que tiene más de 300.000 millones de deuda y que parece dirigirse al impago de algunos de sus bonos ‘offshore’-, en las últimas semanas algunas promotoras de menor tamaño como Sinic, Xinyuan o Fantasia han revelado que tienen problemas de liquidez para hacer frente a sus obligaciones.
El documento subraya las «complejas contraposiciones» derivadas de la posible intervención de Pekín, ya que un mayor apoyo a las compañías en peligro, «especialmente si viene acompañado de una relajación, real o percibida, de las medidas para desapalancar el sistema financiero», supondría un aumento del riesgo de que las fragilidades financieras reaparezcan en el futuro.
Una intervención «pronta y comunicada con claridad» reduciría los riesgos de contagio pero reforzará la percepción de que hay empresas «demasiado grandes para caer», mientras que posponer el apoyo al sistema financiero para «inculcar disciplina» a los mercados supondría tener que tomar medidas de mayor alcance en el futuro para aliviar la presión financiera.
En cualquier caso, el Fondo recomienda a China que «refuerce» a largo plazo los marcos legales para las reestructuraciones corporativas y los casos de insolvencia.
IMPLICACIONES DOMÉSTICAS Y GLOBALES
Pese a su confianza en las capacidades de Pekín, el organismo advierte de la posibilidad de que emerjan problemas financieros más amplios, con implicaciones para la economía china y, en un caso extremo, para los mercados globales de capitales.
Acerca del impacto doméstico, el FMI explica que la exposición de los bancos chinos a Evergrande es limitada -algo más en el caso de las entidades más pequeñas con posiciones de capital más frágiles-, pero se tornaría «significativamente más grande» en el caso de que los problemas del conglomerado se tradujeran en una crisis general del sector inmobiliario.
Asimismo, el dossier advierte de que parte de esta deuda se ha acumulado mediante «canales opacos y difíciles de cuantificar» que crean un «alto nivel de interconexión» con el sistema financiero.
Un efecto dominó en el sector inmobiliario supondría un «impacto adverso» para el crecimiento económico, afectando también a los gobiernos regionales y locales, que obtienen buena parte de sus ingresos con la venta de terrenos; en caso de que esta cayera, podrían verse obligados a reducir su inversión pública, reforzando así los temores sobre el apoyo a las entidades estatales, especialmente en las zonas con una situación financiera delicada.
El FMI también advierte del lastre para el gasto y la confianza de los consumidores que supondría una «caída sostenida» de los precios inmobiliarios, ya que los bienes inmuebles se han convertido en un vehículo de inversión muy popular en China.
En el plano exterior, el informe apunta a que la posibilidad de que se produzcan una ralentización del crecimiento económico y un endurecimiento de las condiciones financieras en China podría tener un «efecto indirecto» en el resto del mundo debido, en parte, a la creciente exposición de los inversores internacionales a los activos financieros chinos.