Biden hace un mes anunció que su Gobierno planea obligar a la mayoría de los trabajadores de empresas privadas a vacunarse o presentar semanalmente resultados negativos de test de covid-19.
Aunque la medida aún está en desarrollo y no ha entrado en vigor, su anuncio desató la ira de líderes conservadores como Abott.
En respuesta, este lunes, Abott firmó una orden ejecutiva que prohíbe que «cualquier entidad» de Texas, incluidas empresas privadas, obligue a sus empleados a vacunarse.
Además, pidió al parlamento estatal, dominado por los republicanos, que apruebe una ley con ese mismo propósito.
Abott ya había firmado hace semanas otra orden ejecutiva que prohíbe a las escuelas y autoridades locales pedir pruebas de vacunación a profesores, alumnos o funcionarios, algo que ya fue desafiado en los tribunales por el distrito escolar de la ciudad de San Antonio.
El gobernador republicano se vacunó contra la covid-19 frente a las cámaras de televisión y ha pedido a los texanos que se vacunen; pero, en los últimos meses, ha luchado sin cuartel contra las normas de distritos escolares o ciudades que establecen el uso de mascarillas o requieren pruebas de vacunación.
La normativa que anunció Biden en septiembre está siendo redactada por el Departamento de Trabajo y aún no se sabe cuándo será presentada oficialmente.
Se espera que la norma afecte a unos 80 millones de trabajadores, más de dos tercios de la fuerza laboral del país.
En todo Estados Unidos, el 56,4% de la población está vacunada por completo, según datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés).
La media de vacunación es menor en Texas, donde el 51,8% de los habitantes están completamente inmunizados.