La ciencia apunta a que el número de personas afectadas por el llamado «estrés hídrico» o dificultad para tener acceso al agua aumentará considerablemente por el crecimiento de la población y porque cada vez habrá menos recursos hídricos que explotar.
De acuerdo con las cifras citadas en el informe, 3.600 millones de personas tuvieron un acceso inadecuado al agua al menos un mes al año en 2018 y se proyecta que esta cifra superará los 5.000 millones de aquí a 2050.
Es en este contexto que la OMM ha constatado que el mundo no está preparado para esta situación porque los sistemas de gestión, de vigilancia, de predicción y de alerta temprana de riesgos asociados al agua no existen o son inadecuados en el 60 % de los 187 Estados miembros del organismo científico de Naciones Unidas.
“El aumento de las temperaturas está generando cambios en las precipitaciones a nivel mundial y regional, lo que ha dado lugar a variaciones en la distribución de las lluvias y en las estaciones agrícolas, lo que repercute en la seguridad alimentaria, la salud y el bienestar de los seres humanos”, comentó en la presentación del informe, el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.
En su recuento, el organismo observa que en 2020 se registraron varios fenómenos hídricos extremos, como lluvias intensas que causaron inundaciones masivas en Japón, China, Indonesia, Nepal, Pakistán e India, y dejaron numerosos muertos y empujaron a millones de personas a un desplazamiento forzoso.
En Europa también hubo inundaciones que provocaron pérdidas humanas y materiales.
Del otro lado de la medalla está la disminución de los depósitos de agua continental (la suma de toda el agua que se encuentra en la superficie terrestre y debajo de ésta), que equivale a un centímetro menos por año en las últimas dos décadas, un fenómeno notorio en los glaciares, la nieve de montaña, en la Antártida y en Groenlandia.
La situación es grave si se considera que solo el 0,5 % de los recursos hídricos del planeta son agua dulce disponible y aprovechable.
Taalas enfatizó que esta situación «continuará en los próximos siglos y no solo en los próximos años o décadas, debido a los elevados niveles de dióxido de carbono» en la atmósfera y el efecto negativo que esto tendrá en el cambio climático.
Por otra parte, el informe indica que en los últimos 20 años se ha incrementado la frecuencia de los peligros hidrológicos.
Desde el año 2000 se ha observado un aumento del 134 % de los desastres relacionados con las crecidas, en comparación con las dos décadas anteriores, con la mayoría de muertes y daños económicos ocurridos en Asia.
El número de sequías y su duración también aumentaron en un 29 % en el mismo período y el costo humano de las mismas fue mayor en África.