La fecha de la primera ronda del TTC (por sus siglas en inglés) estuvo cerca de posponerse por el anuncio inesperado para la UE de la llamada alianza Aukus entre EE.UU., el Reino Unido y Australia, país que en ese nuevo marco canceló un pedido multimillonario de submarinos a Francia.
Pero tras tomarse unos días para “analizar” el impacto de esa medida, la Comisión Europea ha decidido seguir adelante con la programación prevista y enviar a Pittsburgh (Pensilvania, EE.UU.), donde tendrá lugar esta sesión inaugural, a sus vicepresidentes ejecutivos Valdis Dombrovskis y Margrethe Vestager.
En la cita participarán también los secretarios de Estado, Antony Blinken, y de Comercio, Gina Raimondo, y la representante de Comercio de EE.UU., Katherine Tai.
NO ES UN ACUERDO COMERCIAL
La iniciativa del TTC cristalizó en la cumbre bilateral UE-EE.UU. de junio pasado en Bruselas, en la que el presidente estadounidense, Joe Biden, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunciaron oficialmente su lanzamiento aunque venía preparándose desde la Administración del republicano Donald Trump.
El objetivo es desarrollar enfoques comunes y reforzar la cooperación sobre política de competencia y aplicación de normas en los sectores tecnológicos.
“No se trata de una negociación comercial”, como han dejado claro fuentes comunitarias, ni la meta es lograr un acuerdo internacional sobre cooperación reguladora, que implicaría para su negociación un mandato formal de los Estados miembros y una decisión de la Comisión.
“Es una plataforma para hablar de nuestros enfoques, para asegurarnos de que sabemos lo que estamos haciendo, ver lo que podemos hacer juntos y, si un día hubiera tal propuesta para regular juntos algo, entonces iríamos por los procedimientos normales”, señalaron las fuentes.
La UE tiene claro que, si se alía con EE.UU., ambos pueden “liderar cualquier mercado tecnológico a nivel global”, mientras que si se muestran divididos y no se complementan, corren el riesgo de solaparse y competir entre sí.
Por ello, los diez grupos de trabajo que participarán en las sesiones del CTT tratarán de “hacer un mapa de la situación» en las cadenas de valor y ver la posibilidad de incrementar posiciones en el mercado, apuntaron.
Esos grupos de trabajo estarán dedicados a la cooperación en estándares tecnológicos, clima y tecnologías limpias, cadenas de suministro seguras, seguridad y competitividad de las tecnologías de la información y la comunicación o gobernanza de datos de plataformas tecnológicas.
También al mal uso de tecnología que pueda amenazar la seguridad o los derechos humanos, cooperación en controles a la exportación, cooperación en supervisión de inversiones, promoción del acceso de las pymes a las tecnologías digitales y los retos del comercio global.
ESTRATEGIA PARA MICROCHIPS
El primer gran tema que abordará el CTT en la sesión del miércoles será el problema de la escasez mundial de superconductores, necesarios para fabricar los microchips que hacen funcionar a cada vez más dispositivos conectados.
El comisario europeo de Mercado Interior e Industria, Thierry Breton, abordó este problema la semana pasada en Washington y volverá hacerlo desde le martes en una gira por Japón y Corea del Sur, mientras la CE se prepara para presentar una propuesta que lleve a la UE a ser un productor global de chips.
La primera ronda del CTT sucede también en un momento en que la UE quiere reforzar su influencia en la región indopacífica -para lo que ha propuesto una estrategia específica- con, entre otros medios, más asociaciones digitales.
Fuentes comunitarias esperan resultados «concretos» del CTT para «remediar la situación actual» de escasez global de chips, aunque reconocieron que las soluciones a corto plazo pueden llevar unos meses.
“El primer paso es tener un claro entendimiento de lo que está pasando. Por qué hay esta escasez de microchips, dónde están las lagunas y dónde las oportunidades para incrementar la producción aquí o allí”, dijeron.
Otro asunto que preocupa a la UE es cómo evitar que la inteligencia artificial pueda utilizarse de manera que violente los derechos fundamentales, por lo que busca con EE.UU un “entendimiento común de que hay riesgos claros en esta tecnología que necesita una forma de supervisión del estado”.
La UE y EE.UU. van al CTT sin “líneas rojas” -término que se emplea fundamentalmente para áreas en las que no se quiere entrar en una negociación comercial- y con una agenda abierta, aseguran.