La oposición derrotó con contundencia al bloque de derecha de la conservadora Erna Solberg, en el poder desde 2013, con el 56 % frente al 40,5 % de los votos, y estos tres partidos suman 89 escaños, cuatro más de los necesarios para la mayoría absoluta.
Tanto laboristas, que ganaron los comicios con el 26,4 %, como socialistas defienden un ejecutivo entre las tres fuerzas. El Partido Centrista apuesta por gobernar solo con los primeros, aunque no ha descartado tampoco una coalición a tres, como la que funcionó entre 2005 y 2013.
«No vamos a usar demasiado tiempo, en eso estamos de acuerdo. No nos hemos marcado un plazo, pero queremos ser efectivos e ir pronto a los temas concretos», dijo en rueda de prensa el líder laborista, Jonas Gahr Støre.
Las diferencias en temas medioambientales y fiscales se presentan como los principales escollos.
Laboristas y centristas quieren recortar las emisiones de CO2 un 55 % respecto a 1990 antes de 2030, mientras los socialistas apuestan por una reducción del 70 %.
Los dos partidos más grandes del centroizquierda quieren desarrollar el sector petrolero, aunque reduciendo emisiones y sin tocar las zonas más al norte; los socialistas defienden en cambio un cese progresivo de la actividad exploratoria, sin ultimátum, lo que no hace prever grandes cambios en la política petrolera.
Noruega es el principal exportador de petróleo de Europa Occidental.