Las cuentas hechas de concha pudieron ser una forma de comunicación no verbal

El estudio, que publica hoy Science Advances, sugiere que la capacidad de los humanos de encontrar formas de comunicar cosas sobre ellos mismo sin necesidad de conversar puede remontarse a “mucho antes de lo que se pensaba”.

Un equipo internacional de arqueólogos -encabezado por Steven Kuhn, de la Universidad de Arizona (EE.UU) y con participación española- recuperó 33 cuentas de concha de caracol marino entre 2014 y 2018 cerca de la boca de la cueva de Bizmoune, en Esauira (Marruecos).

Los restos presentaban agujeros en el centro, lo que, junto a otras marcas de desgaste, indican que se colgaban de cuerdas o de la ropa.

Estas cuentas serían, según el equipo, la primera prueba conocida de una forma generalizada de comunicación humana no verbal y arrojarían nueva luz sobre cómo evolucionaron las capacidades cognitivas y las interacciones sociales de los humanos.

Kuhn indicó, en un comunicado, que “probablemente formaban parte de la forma en que la gente expresaba su identidad con su vestimenta” y se trata de “la punta del iceberg de ese tipo de rasgo humano”.

Para el científico, estas conchas perforadas demuestran que “incluso hace cientos de miles de años” los humanos estaban interesados en comunicarse con grupos de personas más grandes que sus amigos y familiares inmediatos.

La investigación considera que las cuentas sirven como “pistas potenciales” para los antropólogos que estudian la evolución de la cognición y la comunicación humanas.

Los investigadores llevan mucho tiempo interesados en saber cuándo apareció el lenguaje, pero no hubo registro material de este hasta hace unos pocos miles de años, cuando los humanos empezaron a escribir cosas.

Para Kuhn, esas cuentas son esencialmente una forma fosilizada de comunicación básica y, aunque los expertos no saben qué significan, “son objetos claramente simbólicos que se desplegaron de forma que otras personas pudieran verlos”.

Las cuentas también destacan por su forma duradera. En lugar de pintar sus cuerpos o caras con ocre o carbón, los creadores de los abalorios hicieron algo más permanente, dijo Kuhn, lo que sugiere que el mensaje que pretendían transmitir era duradero e importante.

En muchos sentidos, las cuentas plantean más preguntas que las que responden, por lo que el equipo está ahora interesado en saber por qué sintieron la necesidad de hacer las cuentas en aquel momento.

Una de las explicaciones podría tener que ver con el crecimiento de la población: a medida que más personas comenzaron a ocupar el norte de África, es posible que necesitaran formas de identificarse.

También es probable que los habitantes del norte de África empezaran a usar ese método de comunicación en una época en la que el clima era frío y seco.

Es posible que desarrollaran clanes u otras lealtades para proteger los recursos limitados y luego, tal vez, utilizaran los abalorios para expresar su etnia u otra identidad, mostrando que pertenecían a una determinada zona, teorizó Kuhn.

“Una cosa es saber que la gente era capaz de hacerlas”, pero entonces la pregunta se convierte en “¿qué les llevó a hacerlo”, concluyó el investigador.

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