Occidente debe apoyar a la sociedad civil afgana tras retirada «desgarradora»

«Apoyar a la sociedad civil es en este momento la única forma de hacer algo que en el largo plazo contribuya a la creación de una sociedad un poco más abierta, más comprometida con los derechos de todas las personas», señala a Efe Casas-Zamora en una entrevista telefónica desde Estocolmo, donde se encuentra la sede de IDEA.

La retirada de las tropas extranjeras tras dos décadas en Afganistán, culminada en agosto, ha sido muy negativa para la imagen de Estados Unidos y puede contribuir a confirmar la percepción de que se trata de un imperio «en decadencia» y a que surjan dudas sobre su papel como «garante de la seguridad» de muchos países.

«Después de todo lo que se invirtió ahí, de toda la gente que murió (…) Es brutal que después de veinte años estén los talibanes en el poder», afirma el politólogo costarricense.

La tragedia de la salida de ese país no supone necesariamente un regreso a la situación anterior, como quedó claro en Birmania, donde los esfuerzos realizados durante década y media se han traducido en una sociedad civil «vibrante» y una resistencia cívica «feroz».

Y aunque está por ver que en Afganistán haya una reacción similar, se pueden vislumbrar ya «señales», opina.

«No es poca cosa ver a grupos de mujeres manifestándose en Kabul para defender sus derechos. Eso me sugiere que ha habido un legado de activación de la sociedad civil en condiciones democráticas y una mayor conciencia de los derechos que hace veinte años», explica.

Esa es una de las principales lecciones que se deben extraer de Afganistán, junto con otras dos: que para que un sistema democrático perdure en el tiempo son necesarios un Estado y una comunidad robustos y que lo que sostiene una democracia es la solidez de las instituciones, por encima de la celebración de elecciones.

CRISIS MIGRATORIA E INFLUENCIA DE ACTORES REGIONALES

Casas-Zamora ve tres consecuencias del fin de la ocupación extranjera: una crisis migratoria «muy severa» que recordará a la ocurrida en 2015 y 2016 en Europa por el conflicto sirio y otras dos que afectan al papel de varios actores regionales.

India ha realizado una gran inversión para contener la influencia de Pakistán, su adversario regional y ahora convertido en el actor principal gracias a sus lazos con los talibanes, con el peligro de que Afganistán se convierta en una base para lanzar atentados terroristas a la región india de Cachemira, de mayoría musulmana.

Considera improbable que otro país piense en invadir Afganistán a medio plazo, pero sí cree que Pekín va a dedicarle una cantidad «brutal» de recursos «para ver si puede hacer funcionar aquello y contener el peligro que puede representar para la activación del fundamentalismo musulmán en el oeste de China».

EFECTOS SOBRE OTROS PAÍSES EN VÍAS DE DESARROLLO DEMOCRÁTICO

El fracaso de la misión no debe provocar que se extraigan lecciones incorrectas que se extrapolen a otros países, sostiene el secretario general de IDEA, que recuerda singularidades propias de Afganistán como la ausencia de una «polis democrática».

«La tarea debe concentrarse más en construir un Estado de derecho y un poquito menos en la idea de celebrar elecciones rápidamente», afirma.

De ahí que impulsar instituciones sólidas y adaptadas al contexto sea «la receta fundamental para construir un estado democrático sostenible a largo plazo», más que la celebración de elecciones, que ofrecen «gratificación inmediata» pero a menudo suponen «que no se avance nada o que el avance democrático sea muy frágil y susceptible a retrocesos».

«Cuesta mucho encontrar un ejemplo reciente en el que haya sido posible construir una democracia a punta de bayoneta. Cuando hay una invasión militar de por medio, el prontuario de esos esfuerzos es muy negativo», señala.

No extraer lecciones «equivocadas» de Afganistán debe estar presente en la cumbre organizada para diciembre por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, con líderes de las democracias liberales.

«Espero que el proceso estimule una discusión inteligente de qué lecciones debemos extraer sobre el futuro de la asistencia democrática. No tengo duda de que es imperioso que los países democráticos inviertan en la construcción de la gobernabilidad, en la renovación del proyecto democrático», afirma.

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