«Seguimos encontrado casos sin vincular. El hecho de que los detectemos a través de la vigilancia y las pruebas comunitarias en lugar de a través del rastreo de contactos nos preocupa porque en sí supone un riesgo», apuntó Ardern en rueda de prensa.
Este lunes, las autoridades neozelandesas, que mantienen su estrategia de eliminar la covid-19 en su territorio a la par que tratan de acelerar su campaña de vacunación, reportaron 33 nuevas infecciones locales en Auckland, ciudad que fue confinada a mediados de agosto.
La urbe permanecerá bajo el nivel de alerta máxima hasta la medianoche del 21 de septiembre, para después, en principio, relajar levemente las medidas impuestas para frenar los contagios de la variante delta, adelantó la mandataria.
Las autoridades de Nueva Zelanda mantendrán en el resto del país hasta el próximo martes en un nivel de alerta intermedio y que implica respetar medidas de restricción social y el uso de mascarillas.
Nueva Zelanda ha sido mundialmente reconocido por su efectiva gestión de la pandemia, que consistió en cerrar sus fronteras y efectuar confinamientos duros y tempranos, aunque se ha quedado rezagada en la campaña de vacunación respecto a otros países desarrollados.
Nueva Zelanda ha administrado la pauta completa de la vacuna contra la covid-19 a un 35 por ciento de su población adulta y acumula casi 4.000 contagios detectados desde el inicio de la pandemia, incluidos 27 fallecidos.