La emergencia que afectaba a 21 de las 47 prefecturas del país y había sido inicialmente declarada hasta el día 12 de este mes fue extendida la semana pasada por el Ejecutivo, que decidió mantenerla hasta el 30 de septiembre para 19 prefecturas, entre ellas Tokio, las áreas colindantes, Hokkaido, Osaka, Aichi y Fukuoka.
El Gobierno optó por mantener esta medida -que en el caso de Tokio y otras prefecturas ha estado vigente durante la mayor parte de lo que va de año- debido a que la cifra de casos diarios sigue siendo demasiado elevada y a que la ocupación de las plazas hospitalarias reservadas para pacientes graves de covid-19 se considera excesiva.
El ministro portavoz del Gobierno, Katsunobu Kato, destacó hoy en una rueda de prensa que la evolución de los contagios en todo el país «tiende a la baja en comparación con la semana anterior», aunque señaló que en muchas zonas «siguen siendo elevados».
Los contagios diarios de covid-19 en todo Japón se han situado por debajo de 15.000 durante los últimos 7 días, tras haber superado los 25.000 entre mediados y finales de agosto, cuando la cuarta ola de infecciones que afecta al país pareció haber alcanzado su pico.
«Consideramos que necesitamos seguir aplicando medidas con mucha cautela en una situación en la que el sistema sanitario está bajo presión en muchas zonas», subrayó Kato.
El estado de emergencia conlleva restricciones que afectan principalmente a bares, restaurantes y karaokes, a los que se ha pedido que no sirvan bebidas alcohólicas y que acorten sus horarios de apertura, y reduce el aforo máximo permitido en eventos multitudinarios.
En cuanto a las vacunas, Japón ha inoculado por el momento con la pauta completa a un 49,8 % de su población, según los últimos datos disponibles del Gobierno, que espera que todos los ciudadanos objetivo que hayan optado por vacunarse reciban las inyecciones entre octubre y noviembre.
Con este objetivo a la vista, las autoridades niponas planean empezar a aliviar las restricciones vigentes en el penúltimo mes de este año.
