La apatía se adueña de la campaña electoral rusa

«La gente no espera nada de estas elecciones legislativas. La apatía se explica en que los rusos no tienen posibilidades de influir en el poder», declaró a Efe el sociólogo Lev Gudkov, de Levada, el principal centro sociológico independiente de Rusia.

Según el analista, quien no espera sorpresas de estos comicios, «más del 60 % de los rusos cree que ni su vida cambiará ni el resultado del domingo influirá en la situación política en el país».

ELECCIONES SIN CAMPAÑA

El bajo perfil del proceso electoral se observa ante todo en la ausencia de una campaña tradicional, que se ha caracterizado por una baja presencia de propaganda electoral y la ausencia de mítines y de actos de protestas de la oposición al Kremlin debido a la pandemia.

De no ser por de aislados pasquines no se advertiría que Rusia se acerca a la elección de una nueva legislatura, que según las encuestas no variará considerablemente y estará conformada por los cuatro partidos oficialistas.

Se trata del partido del Kremlin, Rusia Unida, que según el Centro Nacional de Estudios de la Opinión Pública (Vciom) mantendría la mayoría con un 41-44 % de los votos.

El Partido Comunista de Rusia (PCR) sería el segundo, con 18-22 % de los votos, seguido del nacionalista Partido Liberal Democrático de Rusia, con 10-13 %, y la coalición social demócrata de Rusia Justa, con poco más del 7 %.

No obstante, la encuestadora admitió la posibilidad de que la formación de centro derecha Gente Nueva, un proyecto del Kremlin liderado por el empresario ruso Alexéi Necháyev, supere el umbral del 5 % de los votos y se sume al legislativo, algo que poco cambiaría el balance político en el país.

ACOSO A LA OPOSICIÓN

Y es que las principales fuerzas opositoras del país han sido apartadas de la campaña.

«La gente es consciente de que no hay competencia política y de que el filtro para la oposición es muy duro. A los candidatos opositores no se les deja participar y a los medios de comunicación independientes se les presiona», constató Gudkov.

Tras su envenenamiento y posterior encarcelamiento el líder opositor ruso Alexéi Navalni quedó al margen de la escena política, su red y el Fondo de Lucha contra la Corrupción fueron declaradas organizaciones «extremistas» e ilegalizadas.

Incluso la estrategia del «Voto Inteligente» del opositor, que propuso apoyar al candidato que tenga más opciones de derrotar a Rusia Unida, fuese liberal, comunista o nacionalista, fue atacado por las autoridades rusas, que bloquearon páginas y aplicaciones móviles.

Moscú halló «la huella extranjera» en esto y acusó a Google, Facebook y Twitter de negarse a eliminar las páginas del «Voto Inteligente».

El Ministerio de Exteriores citó al embajador estadounidense, John Sullivan» por «la violación de la legislación rusa por parte de los gigantes digitales estadounidenses», hecho que calificó de «injerencia».

Las multitudinarias manifestaciones de principios de año que reclamaban la libertad de Navalni y la renuncia del presidente ruso, Vladímir Putin, dieron paso a la apatía.

Según Gudkov, «los rusos están cansados de la confrontación y no creen en las elecciones».

MAQUINACIONES Y FALTA DE TRANSPARENCIA

Además de la persecución directa, amparada por las leyes de «agentes extranjeros» y «organizaciones extremistas», los candidatos opositores han sido vetados mediante procedimientos legales.

La Comisión Electoral Central (CEC) negó la inscripción a candidatos del partido opositor Yábloko, del Partido de Crecimiento del Partido Libertad y Justicia, e incluso al excandidato comunista Pável Grudinin, en muchos casos por supuestamente tener cuentas en el extranjero.

A ello se sumaron tretas sucias como la aparición de «dobles», personas que se postulaban con el mismo nombre de un candidato incómodo, como sucedió en el caso de Borís Vishnevski, representante de Yábloko.

La transparencia de los comicios se ha visto empañada por la negativa de la OSCE de enviar observadores a las elecciones en respuesta a las restricciones impuestas por Rusia con excusa de la pandemia, y la decisión de la CEC de limitar el acceso a las cámaras de observación en los colegios electorales.

«Como casi no habrá control civil de las elecciones, habrá un espacio muy grande para la manipulación y la falsificación», estimó Gudkov.

Estos temores crecen con las decisiones de extender la votación a tres días, ya que los colegios abrirán de viernes a domingo, y promover la votación por internet con ofrecimientos de premios como casas y autos, medidas que refuerzan las dudas de la población sobre la limpieza de las elecciones.

Todo ello en medio de una difícil situación económica que junto a la pandemia ha golpeado el ya maltratado presupuesto de los rusos y genera un gran descontento en la población.

Algo que podría conducir a un voto de «protesta» en contra del partido del Kremlin, señaló Gudkov, quien estima que esta coyuntura podría favorecer al Partido Comunista, la segunda formación más votada.

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