«Tenemos un objetivo común, lograr el crecimiento de nuestras economías, aumentar el bienestar de los ciudadanos, al tiempo que conservamos la soberanía de nuestros países independientemente de la coyuntura exterior», dijo Mishustin al término de la reunión del consejo de ministros bilateral en Minsk.
De esta forma, respaldaron el acuerdo político alcanzado anoche en el Kremlin por los presidentes, el ruso Vladímir Putin y el bielorruso, Alexandr Lukashenko.
«Los programas de la Unión proponen armonizar nuestras políticas macroeconómicas, crear las condiciones para el apoyo no sólo de las grandes, sino también de las pequeñas y medianas empresas, y también la creación de nuevos puestos de trabajo», destacó Mishustin.
Golovchenko resaltó la importancia de garantizar «un acceso sin trabas a los mercados», la seguridad de la producción y la cooperación energética e industrial.
Según el ministro de Economía, Maxim Reshétnikov, pronosticó que el acuerdo impulsará un 1,5 % el crecimiento del producto interior bruto de Bielorrusia.
Los 28 programas aprobados hoy, que incluyen la creación de mercados únicos en los ámbitos financiero y energético, y la armonización de las legislaciones impositivas, aduaneras y laborales, buscan crear un «espacio económico común», según explicó Putin.
Ambos países se proponen también coordinar sus políticas agrícola e industrial, pero descartan por el momento crear una moneda única.
Al respecto, los jefes de Gobierno acordaron hoy consensuar los principios de funcionamiento y regularización del mercado único de gas antes de julio de 2022 con el fin de que entre en vigor en diciembre de 2023.
Moscú y Minsk alertaron de que «las acciones destructivas» de Occidente obstruyen el desarrollo de la Unión Estatal, por lo que también acordaron coordinar su respuesta contra «las sanciones económicas ilegítimas contra Rusia y Bielorrusia».
De hecho, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, aseguró que el acuerdo de hoy «es la mejor respuesta a la política sancionadora» de Occidente.
Lukashenko anunció hoy que el Consejo Estatal Supremo de la Unión Estatal se reunirá el 4 de noviembre, coincidiendo con el día de la Unidad Popular, para la aprobación definitiva del acuerdo.
Ambos mandatarios admitieron no haber abordado una posible integración política, aunque no descartaron la creación en el futuro de un Parlamento supranacional.
El líder bielorruso, considerado el último dictador de Europa, rechazó la posibilidad de que Rusia pueda absorber a su vecino, aunque reconoció que si los pueblos de ambos países lo demandan, Moscú y Minsk profundizarán su integración política.
La oposición bielorrusa en el exilio se opone a la Unión Estatal, ya que considera que supondrá la pérdida de soberanía, temores que comparte Occidente.
El acuerdo de integración supone un espaldarazo para el régimen bielorruso, sometido a un profundo aislamiento debido a la represión de las pacíficas protestas antigubernamentales y el desvío forzoso en mayo pasado de un avión de Ryanair para detener a un periodista opositor.