Afectados por lluvias en México rescatan entre el lodo lo poco que les queda

Las calles de esta ciudad ubicada a unos 70 kilómetros de la Ciudad de México lucen hoy llenas de colchones, muebles y electrodomésticos llenos de fango, que quedaron inservibles tras las inundaciones que, según los pobladores, alcanzaron casi 3 metros de altura.

Familias que lo perdieron todo no pueden contener las lágrimas. «Salimos con lo que traíamos puesto y nos quedamos sin nada», dicen algunos de los habitantes.

Leticia Jiménez ha tenido que romper la puerta de la casa de sus padres para entrar al inmueble ubicado a unos metros del río Tula, que se desbordó la madrugada del martes pasado y dejó, además de la de Leticia, cientos de viviendas bajo el agua.

«Mire hasta aquí llegó el agua, son unos dos metros y medio», muestra a Efe.

En medio del lodo, apunta los muebles ya inservibles que permanecen flotando y que todavía no sabe cómo va a sacar, pues aunque ha pedido ayuda a los miembros de la Guardia Nacional no la ha recibido todavía.

«Yo sé que tienen mucho trabajo, pero aquí (los necesitamos) también. Si nosotros no desazolvamos aquí, a los vecinos de atrás les vamos a volver a inundar su casa», argumenta desesperada.

El jueves, la coordinadora nacional de Protección Civil, Laura Velázquez, informó que al menos hay 31.000 personas afectadas por la inundaciones registradas esta semana en el céntrico estado de Hidalgo.

Para los habitantes más longevos de este municipio, esta es la peor catástrofe de los últimos 40 años en la zona, con un saldo de 14 muertos y miles de personas que tuvieron que ser evacuadas.

AUTORIDADES NO AVISARON

Mientras caminan entre lo que solía ser el comedor de la vivienda y que hoy está lleno de lodo y basura, los habitantes lamentan no haber sido avisados con anticipación del peligro que representaba el crecimiento del río que se desbordó.

«Creo que deberían haber avisado para que todos pudiéramos salir, porque no tuvimos aviso de las autoridades de vocear que había sido una presa o que venía una tromba, no avisaron nada», dice Rosana Jiménez, hermana de Leticia y que también perdió su casa.

Afirma que la crecida del río fue muy rápida, pues en alrededor de 20 minutos alcanzó 2 metros, por lo que apenas pudieron salir.

La de Rosana, como las casas de casi toda la familia Jiménez, está ubicada en el centro de Tula, a escasos metros de un hospital público del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), lugar en el que el martes murieron 14 pacientes, donde todavía trabajan miembros del Ejército y la Guardia Nacional para sacar el agua que ha quedado estancada.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, pidió esta semana a pobladores de Tula que vayan a albergues ante la posibilidad de un nuevo desbordamiento del río Tula.

Sin embargo, los afectados no quieren abandonar lo poco que les queda pues afirman que en algunos casos han sufrido el robo de sus pertenencias.

Jesús Garrido tenía un negocio de fotografía que había forjado con 32 años de trabajo, y tras las inundaciones, dice, lo ha «perdido todo».

Además, comenta, su casa que estaba a unos metros del negocio también terminó inundada, por lo que suplica a las autoridades ayuda.

«Quiero pedirle la ayuda al Gobierno federal y estatal, y decirles que por favor no nos vayan a mandar 10.000 pesos o 15.000 pesos (503 o 754 dólares), que no vayan a salir con eso», indica.

Los damnificados aseguran que hasta ahora no han recibido ayuda de las autoridades pese a que López Obrador aseguró que «se está actuando, apoyando a la población, desde los primeros momentos se está actuando».

AYUDA COMUNITARIA

Armados con palas, los habitantes del centro de la ciudad trabajan para destapar las alcantarillas en busca de que se vaya el agua que todavía queda en las calles.

Unos reparten agua y comida, otros más se unen a los trabajos de desazolve y, algunos como Eduardo Durán, se encargan de transportar en medio del agua a los pobladores que van de sus casas a los albergues.

«Las condiciones de las calles son desastrosas, estamos ayudándolas (a las personas) a llegar de un lado a otro», comenta montado en una cuatrimoto que sortea el agua.

Lizeth Arteaga, una habitante de Tula, también trata de apoyar entregando improvisadas despensas para que los afectados puedan comer.

«Sabemos que han perdido prácticamente todo las familias no tienen estufa, no tienen en donde guisar o cocinar algún producto como arroz o frijol, y se les trae tostadas, atún, algo que puedan comer», dice.

Y asegura que es necesario el apoyo de las autoridades y de la población en general pues «no sabemos si crecerá el río otra vez y esto que estamos haciendo será en vano».

Los pobladores confiesan su miedo, miran el cielo a la espera de que no vuelva a llover. «Vamos a sacar a Tula de esto», concluye Eduardo Durán mientras se prepara para seguir transportando a sus vecinos.

Share

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *