“Un círculo siempre abierto” se titula la entrevista, realizada por Silvina López Medin, para el sitio del museo neoyorquino y que está disponible en inglés y español. La conversación, según se detalla, tuvo lugar meses atrás cuando Encina se estaba preparando para ir a México a trabajar en la finalización de su cuarto largometraje “Eami”.
“En sus películas, la cineasta paraguaya Paz Encina combina ficción y material de archivo, imágenes condensadas y un inusual foco en el sonido, para abordar temas que atraviesan la historia de su país, como la Guerra del Chaco (1932-35), la larga dictadura de Alfredo Stroessner (1954-89), la deforestación masiva, y el desplazamiento de comunidades indígenas”, señala la nota al inicio. Destaca además el reconocimiento de la crítica a su ópera prima “Hamaca Paraguaya”, ganadora del Premio FIPRESCI en el Festival de Cannes; así como la retrospectiva que le dedicó el MoMA poco después de estrenar “Ejercicios de memoria”, su segundo largometraje.
Los niños en una escena de la película «Ejercicios de Memoria».
Encina detalló su precoz acercamiento a la música y cómo esto se traduce en su obra. “Al ser alfabetizada primeramente con notas musicales, lo que me pasó es que se me naturalizó la manera de leer el mundo en tiempos. El sonido es tiempo. La música es tiempo”, explicó.
“Entonces, si bien esta estructura de pensamientos puede leerse como una dislocación entre imagen y sonido también puede leerse como una convivencia de tiempos. A mí lo que me interesa es poder transmitir esa multiplicidad de tiempos que conviven en un ser humano en tanto y en cuanto pienso que somos Memoria y presente al mismo tiempo”, añadió la cineasta.
La artista paraguaya también ofreció detalles acerca del uso de las voces en “Hamaca Paraguaya” y del proceso que realizó con los hijos de Agustín Goiburú, visitando las 14 casas donde vivieron en el exilio, mientras producía “Ejercicios de Memoria”. Igualmente, comentó cómo de las conversaciones con su sobrino Nahuel en medio de la pandemia, dio origen a “Veladores”. En esta producción, creada a través de Zoom, los nietos de los integrantes del Mopoco (Movimiento Popular Colorado) leen las cartas escritas por sus abuelos desde el exilio durante la dictadura.
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“Tenía esas cartas hacía veinticinco años y jamás había encontrado la manera de contar esa película, de leer esas cartas, de que esas palabras resuenen”, expresó la cineasta, hija del Prof. Dr. Alejandro Encina Marín.
Proceso de duelo
En otro de los pasajes de la entrevista, Encina comentó por qué transcurrieron diez años entre el estreno de su primera y segunda película. “Lo que pasó es que se me cayó una película que se llamaba (se llama) ‘Un suspiro’. Pasaron cosas complicadas y tristes y me vi devolviendo fondos y sin filmar una película después de todo lo que pasó con ‘Hamaca’. Eso quebró enormemente mi vida, significó algo parecido a afrontar un duelo”, afirmó.
Añadió que en medio de ese duelo fue al Archivo del Terror, iniciando un proceso del que surgió la trilogía de cortometrajes “Tristezas de la lucha”. “Vi y escuché todos los archivos. Todos. Fue durísimo, fue un intento de comprender desde unos ojos adultos algo que yo había vivido de cerca, desde una mirada de infancia, porque mi papá había sido opositor, estuvo dos veces exiliado, preso, además vivíamos cerca de los centros de detención y tortura… Yo sentía que tenía que volver a ‘recordar’, re-cordis: volver a pasar todo por el corazón. Ese fue un poco el sentido de volver a los archivos. Al mirarlos, reconocía muchas de las personas… amigos de mis padres o profesores en la universidad… al abuelo de un amigo le reconocí porque tenía los mismos ojos de mi amigo… no necesitaba leer los nombres… sabía quiénes eran…”, expresó.
Al respecto, añadió que “Veladores” le permitió “echar luz” inclusive sobre su propia experiencia. “Fue encontrar como un cierre a un círculo que siempre me quedaba abierto, no porque con esto termine de trabajar la dictadura, sino porque sentí que se cerró un ciclo”, afirmó.
Ficción y documental
La cineasta atribuyó a una “construcción cultural” a lo de separar las categorías de ficción y documental. “Llega un momento en el que no pienso en si estoy haciendo una ficción o un documental, a veces ni siquiera podría reconocer los límites entre una y otra cosa. Yo pienso en relatos, y si algo que llamamos ‘documental’ me aclara las cosas en medio de lo que llamamos una ‘ficción’ o viceversa, entonces está bien”, manifestó.
“Yo lo que quiero es poder encontrar la vida…si encuentro eso en un gesto documental, voy por ahí, pero si encuentro la vida en una ficción entonces tomo ese camino”, añadió.
Encina también fue consultada acerca de la recepción de su obra en nuestro país, señalando que sus películas se ven en nuestro país gracias a esa especie de “escondite” que son las redes sociales. “Tengo muchas de mis películas abiertas en mi sitio de Vimeo y desde ahí puedo contabilizar las veces que se ven, pero nadie me habla de haberlas visto. Es algo que siempre parece un secreto que en el fondo comprendo completamente, porque todo el poder económico y social lo siguen teniendo los stronistas”, expresó.
“No veo que sea algo, por lo menos a corto plazo, que vaya a cambiar. El miedo, la prebenda, inclusive la represión son cosas todavía muy arraigadas en Paraguay. Por ahí no se tiene más tanto miedo a que te lleven preso, pero sí a que te echen de un trabajo, o te ignoren o ‘te metan en el freezer’. Todavía se paga un precio por ser antistronista”, añadió.
Tras abordar el uso del guaraní en su narrativa y su manera de trazar los guiones como “mapa de rutas”, Encina también habló su cuarto largometraje “Eami”, realizado con la comunidad indígena Totobiegosode. “Trabajo el tema de la migración obligada a causa del desmonte masivo en el Chaco Paraguayo, que es hoy, el territorio más deforestado del mundo. Es una película un poco triste, pero es muy dulce”, remarcó.
Instalación en Madrid
Por otra parte, desde mañana su instalación “El aroma del viento” se exhibirá en la galería de arte contemporáneo Intersticio, de la ciudad de Madrid. La obra formará parte de la muestra “Antes todo esto era campo. Escena I. Verás un árbol a mitad de camino”, en la que también se exhibirán obras de Adrián Balseca y Alberto Martín Menacho, a partir del comisariado de la productora Lejos, lejos.
Un tránsito entre el pasado y el presente, realiza Paz Encina en “El aroma del viento”. El video tiene una duración de 20 minutos. (abc color/)
La exposición podrá ser visitada hasta el próximo 17 de octubre, de 12:00 a 21:00, en Alcántara 31.
Esta videoinstalación fue exhibida previamente en la Fundación Cartier de París y combina distintos formatos de vídeo como el digital y el súper 8. La cineasta había señalado a ABC que esta obra es “su trabajo más personal”, ya que aborda al árbol “como refugio y memoria de mi primera infancia”.