Argelia rompió el pasado 24 de agosto sus relaciones con Marruecos -con quien mantiene una vieja rivalidad-, y dos días más tarde anunció que quiere llevar todo el gas que suministra a España a través del gasoducto Medgaz, dejando entrever que descarta el otro conducto, el Gasoducto Magreb-Europa (GME), que transcurre por el territorio marroquí.
El GME es un conducto de más de 1.400 kilómetros de longitud que comienza en el campo argelino de Hassi R’mel, atraviesa el territorio marroquí en unos 540 kilómetros y cruza el Gibraltar en un tramo submarino de unos 45 kilómetros antes de llegar a Cádiz. Transporta una media anual de 10.000 millones de metros cúbicos a la península.
Mientras, Medgaz, de una longitud de más de 750 kilómetros que conecta directamente el campo argelino con España (Almería), entró en funcionamiento 2010 y tiene una capacidad de 8.000 millones de metros cúbicos, pero Argelia anunció recientemente haber ampliado su capacidad en un 25 % para poder responder a la demanda española.
SILENCIO MARROQUÍ
Según varios expertos, la sustitución del GME por Medgaz anunciada por Argelia tiene detrás motivos políticos y busca perjudicar a su vecino del oeste, pero los especialistas advierten de que será costoso no solo para Marruecos, sino también para Argelia y España.
Rabat no ha reaccionado aún oficialmente al anuncio de Argelia y la prensa local del país ha minimizado su impacto considerando que Marruecos solo depende en un 5 % del gas en su suministro de energías primas: «Argelia corta el gas… ¿y qué?», titulaba esta semana el diario marroquí «L’Economiste».
Según los expertos consultados por Efe, Marruecos podría enfrentar problemas de abastecimiento de este fósil si no encuentra alternativas a corto plazo dado que la casi totalidad de gas natural que consume procede de Argelia.
Son unos 600 millones de metros cúbicos que Marruecos cobra por los derechos de paso del gas de GME por su territorio y que alimentan dos importantes centrales: la de Tahaddart (en la región norteña de Tánger) y de Ain Beni Mathar (en la región oriental de Oujda). Ambas contribuyen con cerca del 12 % de la electricidad consumida en el país magrebí.
Esta situación se produce además en un momento en que Marruecos cuenta con aumentar sus suministros de gas natural por ser más limpio y competitivo y para sustituir progresivamente el carbón. El Ministerio marroquí de Energía previó el mes pasado que la demanda nacional alcanzará más de 3.000 millones de metros cúbicos en 2040.
EL GAS SALDRÁ MÁS CARO
Según el analista Gonzalo Escribano, director del Programa de Energía y Clima del Real Instituto Elcano, una de las soluciones que tiene Marruecos después del 31 de octubre si no se renueva el contrato del GME, que vence en esa fecha, es invertir el sentido de este tubo en el tramo que conecta Marruecos con España para que este último suministre gas natural al país magrebí desde otros proveedores.
Sin embargo, Escribano cree que la mejor solución es en que las partes prevalezca el sentido de cooperación y que España negocie con Argelia un posible cierre gradual del GME para encontrar alternativas y probar la eficacia del Medgaz.
«(El GME) es un elemento de cooperación estratégica funcional que beneficia a todas las partes», dijo a Efe el analista español.
Comparte la misma idea el economista marroquí Rachid Aourraz, del Moroccan Institute for Policy Analysis (MIPA), que cree que el posible cese del GME «acabará con la oportunidad de avanzar en la integración económica» en esta región mediterránea.
Los expertos explican que, aunque Argelia y España parezcan más preparadas para el corte del GME, podrían acabar siendo perjudicadas. Al supeditar el envío de gas a un solo conducto en lugar de dos, Argelia limitaría sus opciones de lidiar con incidentes técnicos si surgen y reduciría sus oportunidades de responder a un rápido aumento de demanda. Todo ello en un contexto mundial marcado por el cambio de política comercial de Rusia y Estados Unidos que está priorizando a Asia, así como por una posible crisis energética que se perfila este invierno en Europa.
En cuanto a España -donde el 30 % de sus necesidades en gas proceden de Argelia y donde en los pasados meses se registró una disminución del nivel almacenado de gas natural licuado (GNL)-, Escribano cree que una supuesta reducción de las cantidades suministradas de gas frente a un posible fuerte incremento de demanda podría encarecer aún más los precios de esta materia prima.
«Los problemas políticos los acabamos pagando los consumidores», lamenta Escribano.