El antiguo DT del Arsenal inglés niega que sus iniciativas estén guiadas por objetivos económicos y que tendrían como consecuencia un ritmo infernal para los jugadores.
En la práctica, se agruparían los partidos de calificación para los campeonatos internacionales en dos periodos, en octubre y marzo, y cada año al final de la temporada se celebraría la fase final del Mundial o del campeonato continental, de forma alternativa.
Esa concentración de los encuentros internacionales significaría, por ejemplo, menos viajes de un continente a otro para muchos jugadores, que no se cansarían tanto por los cambios que eso supone para ellos, argumenta.