Bruce Nauman, el nuevo desafío del arte contemporáneo en el Gran Canal

De Nauman, (Fort Wayne, Indiana, 1941), se conoce la investigación permanente con materiales y formatos, sus instalaciones usan el vídeo, la fotografía, la escultura, el neón o la realidad virtual y a la ciudad italiana llega una reflexión que gira sobre su propio cuerpo y su espacio de trabajo.

En su obra se encuentran influencias de la música de John Cage, la danza de Merce Cunningham y las obras literarias de Samuel Beckett o la filosofía de Ludwig Wittgenstein cuando este critica la validez del lenguaje como medio de representación.

La ciudad de los canales ya se rindió a su obra cuando le concedió en 2009 el León de Oro de la Biennale en representación de Estados Unidos y ahora el multimillonario francés François Pinault exhibe en su generoso espacio expositivo veneciano nuevos aspectos de la obra del norteamericano.

El punto de origen es la compra compartida por parte de la Colección Pinault y el Museo de Arte de Filadelfia de dos trabajos de Nauman creados en 2015 y 2016, un conjunto de vídeos en los que el artista vuelve sobre una creación precedente, de 1968, «Walk with Contrapposto».

REFERENTES DE LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA Y EL RENACIMIENTO

Ahí es donde vemos por primera vez el vínculo entre la creación del estadounidense y uno de los aspectos fundamentales de la escultura occidental, la posición de «contrapposto», una oposición armónica entre las partes del cuerpo humano que se empieza a encontrar en el siglo V a.c.

La influencia de esa posición, que aporta sensación de movimiento y rompió con la ley de la frontalidad, se hizo patente en el Renacimiento italiano -el David de Miguel Ángel descansa así el peso de su cuerpo sobre una pierna sin romper su equilibrio- y Nauman la recupera y reinterpreta.

Nauman revisita el breve e hipnótico paseo de 60 minutos que hace 55 años grabó en un vídeo en el que se le ve caminando, forzando una posición de «contrapposto» entre dos claustrofóbicas paredes, andando de frente y de espaldas a la cámara. Causa ansiedad y no se ve con sosiego.

En la reelaboración de aquellos vídeos grabados en el estudio neoyorquino del artista en el invierno de 1968-1969 vemos ahora a un Nauman que replica el paseo que disloca sus caderas; la fragilidad que se adivinaba hace cinco décadas se acentúa al intuir que debajo de su camiseta lleva una bolsa de colostomia.

El cáncer que superó el artista está ahí, se añade a la fragilidad que ya de por sí da al cuerpo humano la posición de desafío al equilibrio.

«Esta exposición es desde mi punto de vista una de las más radicales que hemos tenido nunca en la Punta della Dogana porque hemos seguido al artista buscando no a los objetos sino lo que él llama sus materias primas, el espacio, el cuerpo y el sonido», explica a Efe Caroline Bourgeois, comisaria de la muestra junto con el argentino Carlos Basualdo.

«Contrapposto studies» es el título de la exposición, en la que el estudio de Nauman (ahora en Nuevo México) se convierte en protagonista: podemos ver al artista caminando en «contrapposto» en ese entorno, en proyecciones sin fin que visten las altas paredes de la antigua Aduana veneciana.

EL ESTUDIO DEL ARTISTA COMO OBJETO DE ARTE

«El primer gesto de Nauman cuando todavía estaba en su estudio es decir que el estudio es el trabajo, el espíritu del trabajo. Ya no es un objeto sacado del estudio y del que se habla con palabras. La materia prima es lo que uno tiene: el cuerpo, el sonido y el espacio», agrega Bourgeois.

La ulterior declinación del hipnotizante paseo del artista dislocando sus caderas llega en forma de uno nuevo, grabado en 3D – «Walking a line», de 2019- en el que el torso del artista se rompe por la mitad: un vídeo muestra su tronco y el otro sus piernas, no están sincronizados y radicaliza la sensación de precariedad.

Otro de los ámbitos de la exploración de Nauman, el trabajo con el sonido, adopta la forma de una pared acolchada -«Diagonal Sound Wall (Acoustic Wall)» – una obra de 1970, procedente del Museo Solomon R. Guggenheim de Nueva York, que causa una especial sensación de presión sobre el visitante.

Y finalmente tres proyecciones en 4K permiten navegar virtualmente por el estudio del artista, un espacio que es obra de arte en sí mismo y por el que, a través, de una tableta, Nauman permite ampliar hasta el más pequeño objeto, una auténtica «naturaleza muerta» en versión siglo XXI.

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